Cinco formas en que los espacios deportivos pueden beneficiarse de las tecnologías audiovisuales
“Take me out to the ball game!” (¡Llévame al juego de pelota!) es la canción clásica que entonan los aficionados estadounidenses cuando asisten a un juego de béisbol en el estadio. Una letra muy conocida, con más de un siglo de antigüedad, lo que refleja una época más simple en la que los deportes eran en gran medida un pasatiempo más, una distracción de las preocupaciones del mundo cotidiano. Un tiempo en que los fanáticos del deporte dedicaban buena parte del domingo para apoyar a sus héroes locales en el campo de juego o el cuadrilátero de boxeo. Un tiempo en que bastaba vestirse con los colores de su equipo universitario de futbol para demostrar el amor por su alma mater.
En la actualidad, las reglas del juego han cambiado por completo. En los Estados Unidos, tanto el deporte profesional, como el universitario, se ha transformado en empresas que en conjunto valen cientos de miles de millones de dólares. Múltiples cadenas de televisión dedican una cobertura 24/7 a los deportes. El uso de la imagen de un equipo (colores, logotipos, mascotas, lemas) en productos de merchandising juega un papel cada vez más importante en la experiencia del aficionado: vestirse “apropiadamente” para ir al estadio significa una inversión de unos $100 dólares para lucir la camiseta de su jugador favorito. Cada vez es más común, que los fanáticos participen en ligas de fantasía (fantasy leagues) y pasen horas divirtiéndose con videojuegos de deportes u observando partidos en vivo en las pantallas de sus teléfonos.
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